miércoles, 8 de abril de 2009

REFORZAR EL CIVISMO HACE NECESARIO UN CAMBIO DE ACTITUD DOCENTE

Actualmente, nuestro mundo se ve afligido en lo que respecta a sus valores. Pilares fundamentales en los que se estructuran las sociedades presentes que fueron empleados por nuestros antepasados para darle forma a las civilizaciones. Estos valores, lamentablemente hoy se encuentran debilitados. El sentido de equipo o unidad se ha perdido, lo que nos hace ser una sociedad débil. Conformamos, localidades, comunidades, países, sin embargo se nota una separación entre los ciudadanos. Es así, como se ven menos padres excelentes, hijos obedientes, estudiantes responsables, fraternos vecinos,…en fin buenos ciudadanos. Ello responde, a la constante amenaza del consumismo, falta de modestia, violencia desbordada, apatía, sexo indiscriminado, etcétera. Lo que crea individuos irresponsables, indiferentes, con baja estima, falta de valores, deshonestos…
Ante esta realidad, se hace necesario fortalecer las instituciones garantes de efectuar cambios verdaderos en nuestras semillas: jóvenes estudiantes. Quienes llevaran las riendas de este mundo si pensamos que somos un mundo en sociedad. De manera, que las instituciones educativas tienen hoy por hoy una gran batalla que librar ante el reforzamiento de valores. Sobre todo los valores cívicos, que son los que le van a permitir a los estudiantes dirigirse en sociedad, acoplarse y vivir en paz y felicidad respetando al prójimo y a su entorno. Con miras, a que sea empleado por generaciones futuras, que sin lugar a dudas de cualquier forma tendrán un vínculo con los actuales usuarios. Es necesario entonces, empezar por nuestros docentes. Sobre todo los que se están formando, entendiendo que son modelos a seguir de sus estudiantes y como tal deben tener una actitud responsable con respecto a los valores en especial los cívicos.
Duele, ver en las esquinas de las calles o peor aún, en las licorerías a estudiantes de las diferentes casas universitarias, con sus respectivas indumentarias que muestra el nombre de su casa de Estudio a la cual le deben respeto: tomando, fumando, tirando desperdicios en la calle, vociferando malas palabras, “alegres”, según su criterio de alegría y disfrute. Es allí donde hay que atacar, formar educadores con valores cívicos, altamente comprometidos con su profesión. Que internalicen el bien y el daño que causan sus palabras y sus acciones en los niños que le admiran y con quienes comparten a diario. Una vez que se tomen acciones en este punto, todo lo demás marcha un poco mejor, ya que el maestro se reencontrará con el respeto que en antaño les profería la comunidad. Luego, los padres serán partícipes en la educación en valores cívicos de sus hijos puesto que verán en los maestros a un ser digno de credibilidad.
Una vez canalizados nuestros maestros, se pueden fortalecer los valores cívicos y recuperar el sentido de pertenencia, lo que implica que los estudiantes sentirán arraigo por lo que para ello les resulte importante, como lo son las personas (maestros, padres, otros), cosas e instituciones. Con lo cual, respetarán y obedecerán a las personas. Así como también cuidarán, respetarán y mantendrán en buen funcionamiento las cosas e instituciones (los muebles y objetos que en ellas se encuentran). De ser así, se verán menos, paredes y mesas rayadas, baños deteriorados, puertas despegadas, basura por doquier, chicles debajo de los pupitres, carros de maestros con cauchos espichados, plazas destruidas, niños golpeándose, videos pornográficos protagonizados por estudiantes, perdidas de objetos personales. Hasta que llegue el día, en que tienen tan internalizados los valores cívicos que tendremos que preocuparnos por otra situación. El compromiso es de todos.
Profa. Yelitzi de García